Hooola!!!
Os paso un trabajo que está funcionando muy bien con Ian. Gracias a que puede ver mi estado de ánimo o lo que necesito en cada momento, de manera visual, me deja esos espacios de silencio que necesito para descansar y regenerarme mentalmente. Por fin!! parece que hemos dado con algo que funciona!!
Tener un hijo con TEA que habla por los codos, para preguntar, muchas veces, lo que ya sabe puede agotarnos a nivel mental e irritarnos muchas veces. Y si generalmente pregunta más que afirma, nos introduce, además, en una continua toma de decisiones, también agotadora.
Las HS que le había creado a Ian para explicarle que a veces necesito momentos para bucear por entre mis pensamientos o que estoy en un momento creativo y necesito silencio, no sirvieron para mucho.
Seguía preguntándome de manera continua y constante lo que ya habíamos hablado, una y otra vez.
Una de las dificultades importantes de Ian es que no sabe escuchar; y aprender esto es complicado cuando no dejas de hablar.
Con esta sencilla estrategia que os paso, Ian respeta lo expuesto en las tarjetas de colores y ¡¡puedo disfrutar de ratos de silencio!! esto es maravilloso, no solo para mí, sino también para él, pues le ayuda a aprender a esperar, tiene momentos para escuchar sus propios pensamientos en lugar de trasmitirlos sin parar y sin pensar lo que me parece un paso importante.
Por supuesto tengo que ser consecuente con el color de la tarjeta que llevo colgada y si en ese momento el color le pide que espere, si me habla (para decirme lo que ya sabe) levanto la tarjeta y él lo respeta.
Hoy domingo he ido alternando la tarjeta rosa y verde durante todo el día, nada más ver que llevaba la tarjeta rosa Ian ha venido y me ha dado un precioso abrazote de oso mimoso que hemos disfrutado y como sabe que me siento cariñosa gracias a que lo ve en la tarjeta de color rosa, acepta que le de achuchones con más tolerancia:
- ¡Como estás cariñosa! ¿eh mamá?- me dice, en plan, venga te dejo jeje.
- Ayyy! que cariñosona estoy (apretujón al canto jajajaja).
Ahora, me he colgado la amarilla para hacer esta entrada en el blog y mi hijo me lo está respetando.
Tengo tarjetas en la planta de arriba de casa y en la planta de abajo en dos lugares accesibles, para poder cambiarla cuando lo necesite sin que me lleve tiempo buscarlas.
Además, Ian ya conoce los colores y cuando vamos en el coche y lleva 30 minutos dale que te pego a la lengua, repitiendo una y otra vez las mismas cosas le digo:
- Cariño, venga descansa un ratito, porque ahora estoy de color marrón. Este es un color para disfrutar de mis pensamientos un rato sin interrupciones y él ya lo sabe.
Entonces, sin siquiera llevar el color encima, él me dice:
- ¿Me avisas cuando acabes? ¡¡y se relaja!!
¡¡¡UNA PASADAAAA!!!
Esta idea surge a raíz de una historia que me contaron, sobre una pareja de la tercera edad que se han llevado siempre bien, gracias a que se mostraban, por medio de colores sus emociones. De esta manera sabían si la pareja estaba enfadada, triste etc. Actuando en consecuencia. A nuestros chicos hay que ponerles por escrito el significado de los colores y lo que ha de hacer en cada caso y, claro está ser coherentes con lo establecido, o de lo contrario nos comerían la partida.
Espero que si vivís estas mismas circunstancias podáis aprovechar el trabajo que os dejo para que os lo podáis imprimir:
Por supuesto, cada uno que lo acople a la flexibilidad de su hijo/a, comprensión o necesidad propia etc. Si necesitáis hablar de excepciones urgentes en las que podrían interrumpir una conversación telefónica, por ejemplo, podéis hacerles una lista de las mismas.
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